9.12.06

Entre ver y no ver (mi versión)

-Güey!.

Autobiográfica no realmente, pues, no es de mi de quien voy a escribir, en primera persona tal vez; pero igual... dejémoslo en no-ficción, o lo que comúnmente conoceríamos como realidad. De pequeño siempre fui un superhéroe, el hecho de colgarme una capa a diario era tan solo un aspecto más de mi rutina, con imaginación, si esta es sincera, nunca nada puede ser aburrido. Por eso creo que fue normal cuando empecé a ver puntitos encima de la cabeza de mis amigos y cuando el tablero de clase se convertía en un ciclón de letras borrosas, por aquello de leer no muy bien lo que intentaba decirme a tres puestos de la profesora. Juegos, dolores de cabeza y otras cosas me llevaron a un par de gafas que se fusionaron con mi cara desde el primer instante, algo que mi mamá nunca entendió bien, pues ella pudo leer el directorio telefónico sin dificultad por mucho mas tiempo que la gente normal. Con o sin mis gafas igual todo era divertido, con ellas percibía lo que todos entendían como lo que está... sin ellas, todo se mostraba tan sinuoso que para mi podría convertirse virtualmente en lo que yo quisiera. Poco a poco, eso que yo creía ver se materializó en pequeñas (o muy grandes) cosas, en formas específicas, permitiéndome verlas incluso con mis gafas puestas, en asuntos a mi alrededor, pero... nadie lo entendía, es difícil explicarle a alguien que hay una cara en el techo de su cuarto si tan solo considera que el techo no es mas que concreto o madera. Por ello, me permití reservarme las observaciones sobre mi mundo por un tiempo, convivía con estas figuras, su movimiento, sus colores y hasta su metamórfico dinamismo en una armonía inexplicable... me consuela realmente y me tranquiliza la conciencia saber que nunca me hablaron o decidieron perseguirme, eran parte de las cosas, cosas en las cosas, figuritas que pertenecían tan solo a mi entender. A algunos amigos que me dio el tiempo pude persuadirlos de ver ciertas cosas y de ello emprendí un proyecto a fin de mostrarle a todos que era lo que yo veía de mas. Así, armado de una cámara digital carente de conciencia, documenté los días, la cara caricaturesca en el extintor del bus, el cangrejo que formó una mancha de grasa en una caja de pizza, gotas de agua que eran pescados, piedras-perro y madera-máscaras... en fin, mi mundo y su pequeño plus visual.

Los domingos en mi familia se concentran alrededor de tan solo una cosa, pasta, la periferia es un ir y venir de preguntas y conversaciones generales nada anormal, todo sigue un mismo ritmo que presta de manera intermitente atención a la temperatura de la salsa y la cantidad a irracional de spaghetti que mi hermanito va a consumir al servir definitivamente. En uno de aquellos, poco tiempo después de terminar mi proyecto, lleve una pequeña muestra de las fotografías para presentarlas de manera oficial, a la cara de asombro de mi abuelo, un tipo serio, inimaginablemente bondadoso y perfectamente calvo incluso antes de casar a sus hijos, me decidí a explicarle el trasfondo de toda mi idea, de las figuritas, de las que debía buscar en las fotos “Ninguna en específico Debe verse... realmente la que veas es porque verdaderamente está allí” le puntualicé, miró las fotos por un largo rato, sonriendo entre cada una y finalizó con un silencio pensativo. Esperé algún tipo de reacción con una mirada inquisitiva a la que el correspondió entre abriendo su boca, como seleccionando muy bien sus palabras “Todas las mañanas desde donde me siento a desayunar,” dijo de manera pausada ”no se si te había contado..., veo una mancha en la pared que es igual a Clark Kent”

23.11.06

Para quejarse.. y que.

"Hoy tengo ganas de quejarme... que no se note"
-YO!


Por motivos que ni esta loca galaxia a querido aclarame... me encuentro cada dia en situaciones que me hacen quitar la mirada o simplemente respirar hondo, será esta pútrida ciudad tan bonita en su publicidad, tan ecléctica en sus gustos, tan apática en su ritmo, no se.

Como disonante siguiendo una rutina de cama, baño, desayuno, dientes, oficios organizativos, salida, ascensor, esquina, semáforo, calle... paradero, esperé cual quizquilloso empedernido aquel "Germania" * medio vacío, no tan viejo y con el suficiente recorrido como para devolverme habilmente cambio de un billete de $10.000, luego de 15 minutos apareció. Una silla casi no-raida con su respectivo ventanal me recibió... mi recorrido fué lo que se dominaría standard, hasta que aquel tipo subío. Esos personajes que al aparecer en nuestro escenario preferimos olvidar las lineas e improvisar un escape magistral, era bajo, de unas cuantas canas y un bigote mal cuidado, se sentó a mi izquierda y con su cara desgarradora comenzó a relatarme una historia que yo no quería oir.

Algo de los jóvense de hoy dia que no dan su asiento a las señoras embarazadas, o del mequetrefe aquel que decidía a cara y sello hasta de qeu lado de la calle andar, de lo inutil que es hoy el tiempo, de las noticias nunca cambianes pero aparentemente nuevas, etc. etc. Luego de una incomoda pausa y de una pregunta igualmente incómoda forjada entre sus dientes, que para ser sinceros no entendí muy bien clavó su mirada en mi como buscando respuesta. Me disgusté porsupuesto... pero en un click inconciente cedí, le relate de las mil historias quien sabe si ficticias qeu se suben a estos buses, de los mil discursos que quieren romper esquemas y ademas vienen siempre acompañados de un genero musical nuevo esperando todos ser algo mas de lo que ya está dicho, de las piedras en mi zapato, de las piedras en mi cabeza, de alguna vez haber sido agredido verbalmente por una hormiga y de aquel árbol en el jardín perdido que me susurró mientras yo estudiaba, etc...

Con un aire renovado y confusión en su ceño me reclamó - ¿y por qué? - abrí la boca queriendo responder, pero nada fluyó mas que aire enrarecido matutino, queria hacerlo lo confieso...pero todo fue mas fuerte. Timbré en mi parada y con una sonrisa dibujandose en mis labios encontré la respuesta, desde el anden me acerqué a la ventana donde mi personaje imaginario estaba y con decencia le dije "Porque hoy amanecí con ganas de quejarme.. y por favor, que no se note" .


*Bus Ejeccuctivo Bogotano cuyo recorrido termina en la Universida de los Andes luego de recorrer magistralmente entre gritos y sollozos la totalidad de la carrera séptima dejándome salvo y no tan sano en la Universidad Javeriana, 2. lease virtualemtne cualqeuri bus que pasa por la séptima en la hora relatada

6.11.06

El Tres ( 2 de 2 )

(...) Nos dio la bienvenida muy cordial, aseguró que nunca olvidaríamos La Celebración, pues la había diseñado con tanto esmero y por tantos años que un tatuaje se borraría mas rápido de nuestra piel que esta ocasión de nuestra memoria y tenía razón, aunque cada palabra era pronunciada con énfasis detallado, era evidente que lo recitaba de memoria. Aplaudió con gracia y el avejentado mayordomo nos trajo a todos un suculento banquete, manjares variados y en cantidades que inundaron la inmensa mesa de roble, por último vino tinto y el grito de batalla del Tres, que esperan, la comida se va a enfriar. Las conversaciones eran sectorizadas, ninguno de los presentes se veía desde hace décadas, por lo cual uno u otro encaraba infinidad de temas por los cuales preguntar, la comida finalmente logró agotarse y el inmenso tonel de vino continuó drenándose al mismo ritmo de la embriaguez y las risas. Con aire ceremonioso a esa hora cumbre en La Celebración cuando el vino no se hizo llegar mas a nuestras copas, El Tres se levantó de su silla con la suya aun llena… nadie lo notó hasta que comenzó a hablar, yo había evitado pararme para ocultar mi Tredecafobia y así evadir el destino del primero en levantarse de una mesa de ese número de comensales.

La confusión que me indujo la situación completa me hace olvidar las palabras exactas que dijo, pero entre lagunas inmortalicé algunos detalles. Comenzó agradeciéndonos una vez más la asistencia, la emoción y el miedo que le infringía que La Celebración llegara a su final y el sinsabor que le producía tener que explicarnos algunas cosas. – En los años que me he dedicado al Hedonismo – afirmó - solo había una instancia de mi existencia la cual una vez ocurrida yo no habría podido celebrar, ello me llevo a pensar la manera de luchar contra lo naturalmente establecido. – Aclaró su voz aún con la copa en alto y continuó – El tonel a mi espalda contiene… o mejor, contenía mi alma, la copa en mi mano está llena del último extracto del tonel. – Miré desesperado, buscando la explicación que no hallé en la sorpresa de todos a mi alrededor – Están presenciando mi muerte y además… Se ven ridículos vestidos de esa manera en un funeral – Vació la copa con una mueca de comedia teatral… que remató con la copa partiéndose en mil pedazos contra el piso. Aun recuerdo el miedo que nos invadió a todos, los gritos que siguieron y la locura que nos producía a todos oír la risita de El Tres retumbar dentro de nuestra cabeza como un circo de tres pistas.

El Tres (1 de 2)

"No es que tenga miedo de morirme. Es tan solo que no quiero estar allí cuando suceda"
-Woody Allen

En tiempos donde el papel escasea, me sorprendió mucho ver que deslizaban una parca invitación bajo mi puerta. Lujo ostentado por pocos estos días, mi sorpresa se agrandó al detallar en el pequeño rectángulo negro que ahora se posaba en mi mano, con sombría caligrafía plateada escrito “El Tres, lo invita a La Celebración, 9 de Agosto de 2083” una dirección a las afueras de la ciudad indicada por algún kilometraje hito y en la esquina inferior derecha “Traje; ConBata Negra R. S. V. P”. Excéntrico como siempre, quien sabe que se le ocurriría al Tres, cogí el teléfono y llamé al número indicado en la tarjetita, a la respuesta de una voz muy respetuosa y fina confirmé mi asistencia y pregunté por la equivocación ortográfica al querer significar que todos debíamos contar con traje de gala… para mi sorpresa la voz al otro lado de la línea me recalcó que la ocasión ameritaba asistir “Con Bata Negra”.

Una curiosidad infinita como de encontrarle usos insospechados a una navaja de bolsillo me acorraló, el Tres nunca fue muy callado, no recuerdo su nombre real, pues era de esos personajes que su apodo se convirtió en nombre y por los años de desuso ya ni su madre lo recordaba, aunque eso si, su insaciable sentido del humor e irreverencia absoluta al planear eventos le infringió cierto prestigio. Todo asunto que armara contaba con mil intrincados planes que convertían a cualquier reunión casual de chimenea en un circo de tres pistas, que andaría planeando el tal Tres. Me contacté con un viejo amigo de colegio, de quien yo tenía certeza había recibido también la extraña invitación, acordó pasar por mi a la víspera de La Celebración.

La noche del 9 desempolvé mis zapatos un poco raídos y me encinté la bata negra que había conseguido esa mañana en un mercado de las pulgas… animales que no escaseaban en ella, pero igual no podía aspirar a mas, salí de mi pequeño apartamento y ya camino al evento entré en una conversación casual de amigos que años de vivencias diferentes los distancian pero que encuentran puntos de quiebre comunes que llevaban siempre a preguntarnos una y otra vez que rayos se proponía el Tres. Un portón forjado inmenso nos recibió entreabierto, el descuido de los jardines que rodeaban la casa postrada en un pequeño cerro le daba a todo un aspecto sombrío, 4 carros más se parqueaban enfrente, solo la luz de una pequeña ventanita en la planta baja de la casa mostraba señales de vida y la puerta principal se encontraba abierta. A oscuras, nos esperaba el que yo supuse era el mayordomo, su bata era negra tan pulcra que podría asegurar reluciente. Sin dejarme detallar los lujos de la construcción victoriana, el callado mayordomo nos condujo a la cava. Una lamparita de aceite señalaba el final del camino y sentí un aire enrarecido que indicaba cuan mal debía parecerme estaba esta situación, hoy intento recordarlo asi. En el interior, una mesa pesada con 13 puestos y 9 comensales esperaban a media luz. Ya en nuestro lugar, un portazo, pasos, polvo por doquier, un súbito movimiento en la cabeza de la mesa y allí estaba, El Tres.

18.10.06

Mi cielo Azul

Terminando de servir la comida notó la pálida cara de su marido, llevaba cuatro días sin descanso encerrado en el sótano de la cabañeta donde andaban y su semblante no le venía nada bien. Lo cuestionó sobre ello, a lo cual respondió con una sonrisa corta y una frase segmentada. La preocupada mujer insistió sobre el asunto en cada punto de la conversación subsiguiente y él eludió la cuestión cambiando frívolamente el tema. Advirtiendo la cara de preocupación que emanaba inmutable de su mujer se resignó a confesar – Es que… ¡lo logré!, tantas noches de insomnio, garabatos sin sentido, libros de ideas o mil hojas de cálculo… lo logré. – A la extrañeza en los ojos de ella por la confusión continuó – He descubierto algo, algo aparentemente estúpido, pero… que nadie se da cuenta. He logrado ver por los ojos de alguien más. – Retornando al postre a medio comer le preguntó todo lo que le vino a la cabeza, dejándolo acabar cada respuesta monosilábica y sin presionarlo demasiado a terminarse el postre. – Te llevaré. – dijo levantándose de la mesa. En el sótano le explicó, mientras armaba un intrincado par de gafas amoldado entre enrollados cables a un casco de color verde oliva, que cada quien veía de manera distinta, que era fácil pensar todos fuéramos iguales en ese aspecto pero que era falso, todo radicaba en nuestra educación… ¿Quién decidió que es azul y que es negro?, - Si bien todos sabemos que la sangre es roja ¿Qué es el color rojo realmente? – Afirmó sonriendo y concluyó – Nada más que lo que nos enseñaron que era, alguien decidió que el tablero de clase era verde y los pollitos amarillos, creyéndolo verdad todos lo convirtieron en un gran chisme, nada mas que eso.– Puso el ridículo casco sobre la cabeza de ella y conectándolo a una maquina de mil botoncitos y bombillos le pidió pinchar su dedo para una pequeña muestra de sangre al tiempo que él sacaba una muestra propia. – En la sangre está la verdad oculta de nuestra alma, – le explicó – lo descubrí por casualidad, ¡Logré extraer la memoria visual del viviente y de su hijo hace solo 2 noches! - terminó las conexiones, dijo unas palabras mágicas entre risas prendiendo el milagroso artefacto – El cielo del viviente es lo que yo creería que es verde y su fuego era una mezcla entre morado café y amarillo – vio la cara atónita de su esposa y tratando de calmarla le dijo – Relájate, todo sigue existiendo y es igual… programé la máquina para que vieras los colores como los veo yo, ¿No es increíble? ¿De que color tuyo es mi bata blanca? – Terminó otras muchas preguntas cromáticas y no recibió respuesta alguna, ella tan solo se quitó el casco lo abrazó susurrándole al oído – Mis colores y los tuyos son los mismos, mi cielo también es azul.

16.10.06

Punto final.

Pasando tres páginas mas quedó totalmente inmerso en la novela, la delicia de las letras que corrían adictivas por su mente dándose paso sin descanso, lo obligaban a devorar párrafos a tajos enteros. Tras la caída del héroe por errores menores retrocedió a constatar ciertos datos esenciales en la historia… al querer retomar el curso, olvidó la página, sabia que iba en algún punto después de la página 300 pero no tan seguro de rebasar la 380, hojeó un poco y cayó presto sobre el capítulo deseado… para su asombro una vez releído este el héroe no caía, había logrado percatarse antes de cometer la falta crucial y a causa de ello la historia se desviaba a una bizarra adaptación de lo primeramente interpretado. Quiso entonces volver sobre los hechos que verificó, afanosamente llego a ellos… pero los encontró terciados y ligeramente distintos, retornó a la ahora victoria del personaje y da que este había perdido la cordura muchas páginas atrás. Cerró de un golpe el libro, acomodó un lugar dentro de su intrincado sistema de organización y retornó a su sillón con un amargo sabor poruqe aquel libro nunca le permitiría el placer que propicia el descanso causado por terminar tranquilamente un buen libro al leer su punto final.

9.10.06

Fecha y Hora.

Tras una intensa lucha el ejércitó cayó vencido, por lo cual, tuve que sacárlo de la nevera antes que se dañara alguna otra cosa.

8.10.06

Esperar...

La fuente tallada continuaba serena susurrándole a los arbustos, se acomodó como siempre en la banca que daba justo a la proyección diaria del atardecer en el filo de las montañas enmarcadas por centenarios pinos. Como una ráfaga helada de viento una hermosísima mujer, que él reconoció de inmediato se sentó junto a su bastón incomodándolo un poco. - ¿Llegaste por casualidad o todavía me espías? - Le preguntó sombrío, el sarcasmo era evidente, aunque no tanto como el placer que le implicaba pronunciarlo. – un mal día , ¿eh? Se que te alegra verme igual.- respondió ella como una sonrisa sutil – Gruñó y continuó observando su atardecer, ella lo envolvió con historias de su día, haciendo ciertas pausa para respirar y con el rabillo del ojo chequear si se estaba riendo como de costumbre, la tensión se rompió, se levantó de la banca agarrando su bastón y de gancho con ella recorrieron el parque, burlándose de las parejas alrededor, teorizando sobre los pensamientos del tipo que trotaba jadeado al borde de un paro cardiaco, incluso le recitó versos del que para él era el mas importante poeta que había engendrado Costa Rica, en medio de la risa que provocó un chiste intencional, ella concretó su tercer intento de aterrizar en el hombro de él dejándolo sentir sus pestañas entre las carcajadas.

-Para ser la muerte eres muy tierna - replicó
-Para ser tan viejo comes mucho – lo miró fingiendo seriedad
-¿Y que tiene que ver?-
-Pensé que hablábamos de nuestra rutina-
-Tu rutina no me incluye, igual- le reprochó retornando a la banca demarcada
-Estoy aquí sentada ¿no?-
-Pero no para cumplir- soltando sus entrañas, miró al suelo - ¿cuanto más debo esperar?
-Sabes que detesto que preguntes- corrió su cara y se relegó a los mas lejano de la banca
-Sabes que los has dilatado sin razón-
-No es cierto-
-¡YO SOY LA PRUEBA DE ELLO!-
Entiende! No significa que no tenga mis motivos- le dijo en tono entrecortado dejándole ver como una lágrima inundaba su ojos.
-¿Cuáles?, ¿Esperar a que otros modos menos simples acaben mi exitencia?.. basura.-
-No exactamente… es solo que me encanta hablar contigo.-

3.10.06

El padre de Andriy. (Primera Entrega)

Lo que mas añoro es el color del cielo cuando apenas ha nacido el dia, mi cabaña, incrustada en la montaña, gozaba de un horizonte fabuloso de arreboles que jugaban formando figuras de animales. Nicolai era muy pequeño en ese tiempo, apenas sabia leer y sus rodillas eran eternos testigos de su desenfrenada manera de brincar sobre las ramas de los árboles. Lo despertaba muy temprano para que con su bicicleta asistiera a clase luego de media hora de intenso pedaleo, su rutina concluía cuando a la puerta de ese galpón con tablero yo parqueaba muy puntual mi vieja camioneta de estacas, subía su bicicleta al lado de cualqueir bulto de cebolla o tomate que faltara por entregar y nos dirigíamos al pueblo para acabar mi labor, y luego a casa ya ansiosos de ver la comida servida cuando entráramos triunfantes. Cuando todo sucedió el día comenzó triste, bandadas de cuervos revolotearon en mi horizonte, levanté tarde a Nicolai, que se fue sin desayunar del todo. Con pesados y cargadas nubes amenazándome arranqué puntual a la escuela para cumplir esa tarde, poco antes de llegar divisé como aquel galpón con tablero ardía en llamas que bailaban esparciéndose a los árboles contiguos. Los niños corrían asustados dando gritos, solo había confusión, se veían solo sus sombras correr desesperadas, calmé una profesora y comenzamos a montar a los niños uno a uno a la camioneta. Encontré a Nicolai llorando al lado de su bicicleta con las llantas derretidas. Cuando creí que todos estarían a salvo un pequeño muchacho asustado quedaba a pocos metros de donde yo estaba. Lo alcé para montarlo a la camioneta pero con un grito, giró contorsionándose como serpiente y se soltó. “¡Andriy!” le grito Nicolai “¡No iré!” respondió con su pálida figura y decidida actitud “tengo prohibido subir a ese tipo de máquinas” Al reclamo de mi hijo se sumaron los de otros niños y de la mano de su profesora accedió. Me alejé hábilmente mientras empezaba a llover, en la plaza del pueblo, con la noche ya encima nuestro, ya estaban reunido algunos padres a los que entregué la escandalosa carga que transportaba, entre lágrimas y sollozos cada madre buscó su hijo, todos se habían salvado sin algo mas que rasguños menores. En la parte de atrás de la camioneta seguía Nicolai, con su expresión borrada ahogando un grito, a su lado Andriy yacía inconciente. Antes de llegar a la casa del doctor ya estaba muerto, nadie había ido a reclamarlo, y nadie conocía al niño más que sus compañeros. En casa me esperaba una cena suculenta que dejé por falta de apetito, el viento de media noche hacía silbar las ventanas y las tejas, oí que llamaban a la puerta, armado de una vela todavía con sueño entreabrí para mirar quien era, una figura sombría al otro lado terminó de abrir y extendiendo su mano declaró con una voz de barítono y nicotina “Un gusto Señor Serhiy” con su aspecto de Mr Hyde, gran corpulencia y palidez verdusca continúo “Soy Milos Gavrancic, padre del niño que usted mató hace unas horas.”

2.10.06

Una Ella-Pez

"desinat in piscem mulier formosa superne;
spectatum admissi, risum teneatis, amici"
-Horacio

Bajo la aplastante inmensidad de las dunas del Sahara, como olas inmensas que se mueven lentamente arrastradas por el viento, Fáris Keled guiaba su caravana a través de lo que muchos consideraban infranqueable. Tenían provisiones de sobra y 1 semana de retraso, habían perdido 3 camellos y a 2 de sus hombres, los animales por un agujero enorme que se abrió en la arena devorándolos con un apetito voraz, los otros 2, en una pelea borrachos en cualquier antro de su última parada. Sus hombres eran fieles, nunca cuestionaban sus decisiones, sabían que él, con su pesada barba y mirada sagaz los llevaría al destino establecido, los beduinos se guiaban por su olfato y el de Fáris Keled era el mejor conocido.

Con el sol en su punto mas alto y su sombra reducida al llegar al pico de una duna vieron un bulto sobre la arena a media legua de donde estaban, oyeron un grito, vieron que se movía, otro grito más, esta vez mas agudo e insoportable, el miedo los contuvo, Abdel Hadi, el mas leal de los hombres montó un camello y se apresuró al sitio, vieron como al llegar el camello se volvió loco y en coro con Abdel comenzaron a gritar también, al acercarse pudieron detallar la cara de horror del hombre y aquello que lo ocasionaba. Sobre la arena estaba una mujer, o algo que parecía una mujer, estaba totalmente cubierta de escamas naranjas del tamaño de la mano de un niño, del torso para abajo era solo una cola de pez gigante con espinas y membranas que la adornaban, su sinuosa figura era irremediablemente femenina pero sus facciones eran como las de un reptil de orejas puntiagudas aunque conservaba ese aire sutil que la hacia bella sin importar las agallas en su cuello, respiraba con dificultad y se movía de manera convulsiva, los observaba horrorizada cos sufridos y punzantes gritos que no cesaban. Fáris, con valentía atrapó su mirada, su imponente presencia la calmó un poco, él había oído historias de criaturas parecidas en el mar, ella estaba ahogando, ahogando pero no había agua a menos de 6 días de camino, ordenó sacrificar uno de los camellos, estos conservaban agua como tanques en sus jorobas, de ahí que nunca tuvieran sed. Se hizo lo pedido pero para su asombro solo sagre fluía del bulto en la espalda del animal, igualmente con esta cubrieron a la extraña criatura con calmándola del todo, los hombres reacomodaron las cargas y listos para partir se sorprendieron de ver a su líder cargar a la mujer y atarla cerca de cierta mercancía sin descruzar su mirada con la de ella, no sabían si por un aire morboso o netamente lucrativo.

Desde ahí, este no pronunció palabra, su vista perdida en el horizonte no les decía nada, todos lo seguían confiando aun en su instinto pero desconociendo su destino, franqueando una nueva tormenta de repente la arena que pisaban se corrió con un rugir furioso levantándose, bloqueándoles el paso formando una ladera empinada, en su punto esta se cortaba recta como un risco y contiguo a su filo centenares de palmeras se erguían, formando un atolón protegiendo un lago de agua cristalina repleta de peces del tamaño no inferior al de los camellos, la masa de agua estaba bordeada de flores exóticas que circundaban igualmente un camino que se volvía escaleras y terminaba justo a los pies de Fáris Keleb en lo alto del risco. En sus brazos la cargaba inconsciente, aun con la mirada perdida les anunció que bajaría a dejarla, su voz entre cortada, con un tono alienígena, sobre la orilla del atolón dejó entonces al hermoso pez-mujer que se quitó la sangre seca del viaje y con sus ojos enormes se despidió. Retomaron rumbo con el oasis a sus espaldas que con un nuevo rugir de la tierra comenzó a desvanecerse y los cubrió con una tormenta peor a cualquiera anterior, el rugir se convirtió en voz, la voz en canto que recordaron a Abdel historias de siete mares, se sintieron desorientados en la tormenta que nunca terminó. Fáris Keleb murió primero, había perdido su cordura poco antes de ordenar matar aquel camello, uno a uno los hombres encallaron dentro de sus mentes, se perdieron en la aplastante inmensidad de las dunas del Sahara, en sus olas inmensas que se mueven lentamente arrastradas por el viento.

19.9.06

Viviendo

Miró la pared del fondo y se sitió en una escena extraña, ella entró reclamándole alguna cosa, como lo había ensayado se acercó, le dijo unas cuantas verdades y eliminó la seriedad con un par de chistes flojos. La risa fue fingida, pero suficiente para hacer que la conversación se volviera absurda, con algo de sátira política y estupidez que rayaba con cultura basura televisiva, se entregaron a las carcajadas sin dejar de representar un poco de tensión incómoda. Luego de un merecido intermedio de tinto y nicotina, se encontraban los dos en la cama, pero discutiendo de lo extraña que estaba ella, de lo inútil que él se sentía, uno que otro comentario sarcástico y mil miradas de desprecio. Con una llamada de teléfono desvió su atención a lo que ella respondió saliendo enérgicamente por la puerta. Al colgar de hablar con “otra” solo creyó verla por la ventana de la cocina que aparentemente daba a la calle. El resto de la trama no tenía mucha importancia, se sintió liberado cuando cayó el telón, recompensado con aplausos fue tras bambalinas donde se quitó su disfraz y maquillaje, volviendo así a su mundo real, que es un mucho mas tranquilo.

17.9.06

¡Ojalá los Caguen las palomas!

Puedo verlo todo desde aquí. Bueno, Todo lo que se interponga desde la farmacia de esa esquina hasta la puertita verde de donde sale esa vieja señora a barrer tan temprano. Entre palomas y fotógrafos esporádicos veo mis días y siento el frío de mis noches, pues el escalón que me corresponde dentro de esta micro-sociedad no puede variar tan fácilmente. Hoy, veo que algunos encuentran trabajo en imitarme. ¡Ojalá los Caguen las palomas! como dirían las abuelas, mucho sudor y sangre me ha costado estar aquí parado, con mi espada al cinto y uniforme militar, no solo quedarse quieto es lo que debe ser loable, es merecer tanto bronce, tanta cosa, una placa, mi nombre, mi insignia, mi historia. ¿De que vale entonces un monumento si lo que se admira es su quietud? No mucho para algunos, pues una moneda igual no me hará moverme de aquí, ni siquiera un poco.

13.9.06

Acorde complemento

Nunca me gustó su incontrolable sed por las cosas viejas, nunca vi mas que polvo y desvida en cada uno de sus artículos, para mi eran pedacitos de basura, para ella un deleite visual. En nuestra decoración cada uno hizo sus concesiones, una mesa lisa y rectangular con tan solo un hermoso micrófono de los años 50, su pieza mas reciente sintetizaban todo. Odié las muñequitas rusas, los pedazos de que-se-yo que tal vez contuvieron a alguien alguna vez, incluso la espada oxidad en la pared, todo tolerado, simplemente porque la decoración era secundaria, siempre que ella considerara mi casa su hogar. Mientras miraba al horizonte por la ventana del ala oeste llamaron a la puerta, tres tipos de uniforme entraron cargando lo que para mi era una caja inmensa mal pintada. Terminaron de arrastrar entre tumbos un piano de cola que ocupó casi media habitación llenando un espacio que nunca antes fue pensado para usarse, ella entró con esa chispa en los ojos, saltando de la emoción mientras me contaba los pormenores de su travesía para conseguirlo, la estrategia de regateo, como mantuvo su actitud firme a no ceder a la historia conmovedora de su procedencia y la culminación del trato que cerró satisfactoriamente dando a cambio unos relojes y un ídolo celta que tenía en la sala. Sin pensarlo lo ataqué, mi adolescencia entera la pasé entre obras de Chopin y de Bach, sabía que este artículo en particular simulaba un regalo para mi, de esos sin fecha, que nacen del momento y no necesitan supersticiones-calendarias para ejecutarse. Dejé rodar mis dedos en infinidad de maneras, desempolvando recuerdos de notas, secuencias y armonías que al fluir sonaban todas tán cálidas. Practiqué sin cesar, viajaba con frecuencia para revisar los negocios aunque prefería los informes escritos, pero el piano tomo rápidamente un escalafón bastante alto dentro de mis prioridades. A medio camino del invierno de Vivaldi sentí ciertos arreglos que no estaban en mi partitura, ni que yo había hecho, presentí la incursión de un sexto dedo en el teclado y para mi asombro ví como notas que yo no oprimía se dejaban tocar por la nada complementando lo que yo ejecutaba. Obra de alguien tenía que ser, con escepticismo comencé y paré a medio compás, como esperaba la melodía continuó su andar sin necesidad de ayuda. Noté algo en su manera de tocar, era suave y emotiva, sin duda era alguien y no el piano mismo, una mujer delicada, algo aterrador de sentir y presenciar pero sublime de oir dada la situación. Ví un destello de su perfil cuando se cayeron las hojas que estaban frente a mi, su reflejo se proyectaba claramente a mi lado, sin que yo la sintiera cerca, podía verla y oírla. Mi mujer continúo comprando innumerables cachivaches, mis viajes a la ciudad por los negocios cada vez mas y mas infrecuentes me encontraban pasando mas y mas tiempo tocando su piano, el de ella. Fue extraño debo aceptarlo, pero su melodía y yo fuimos compatibles, conversábamos en frases cargadas de sentido y nos mirábamos profundamente siempre por el reflejo, la voz nunca fue necesaria pero la música descargó los sentimientos que debían ser exorcizados. En mi viaje mas reciente, no dejé un instante de pensar en ella, en su piano, en volver a sentarme a su lado y dar un concierto inolvidable. Revisé los negocios y asistí a reuniones de manera ausente, mi cabeza pensaba en ella nada mas. Al volver reconocí un jarrón nuevo y a mi hermosa esposa sentada al piano con una cara reluciente, abalanzó sus brazos en mi cuello en un abrazo apasionado y con un destello en sus ojos a pocos centímetros de mi cara, con un tono emocionado me contó su noticia, esa misma tarde habían afinado el piano, yo pasaba tanto tiempo encerrado en ese cuarto que ella había cotizado una restauración completa y esa tarde había puesto en marcha el mejor regalo para mi. La miré con asombro agradecido, la besé y ataqué una vez mas el instrumento, pero fue diferente, la busqué entre Brams, Strauss y Bizet, en nuestras melodías, en nuestros arreglos, su reflejo ya no estaba, solo un jarrón nuevo identifiqué al entrar, al menos mi mujer aun reconocía mi casa como su hogar.

4.9.06

Wink...

De buscar y mirar caras en el intricando techo de mi casa solo me quedaron dos cosas, un insoportable dolor de cuello, y el perturbador y latente temor a que alguna de ellas decida hablarme.
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2.9.06

En otra vida

En la última ronda que hice me quedé dormido, nunca entenderé algo, si me pagan para sentirse seguros…. ¿a qué le temen tanto? Desde que llegué a trabajar con ellos nunca he visto un intruso, nunca se ha roto la calma. La noche se iluminó por las estrellas y me despertó el motor del carro de la casa de puertas rojas, era una hora extraña pero tenía que mostrarme alerta. Bajó la familia entera, a la cabeza un Señor alto y elegante, de esos tipos que siempre llevan limpios sus zapatos, a su lado iba ella, caminaba adormilada con cierta gracia, su pelo de un agudo color oscuro haciéndola ver infinitamente delgada.

Por unos días la seguí desde afuera, en los descansos entre rondas e incluso durante estas asignándome la misión de protegerla. Pero su papá, al parecer, era sobre protector, nunca la vi fuera de la casa y siempre oí que su padre vociferaba órdenes para el bienestar de su chiquita. Pasé las noches en vela buscando la forma de acceder a ella, mis amigos me han asignado fama de vagabundo pero mi instinto sobre ella era de un sabor diferente, pero ¿Cómo acercarme sin faltar a mi tarea? Bha!, igual aquí nunca pasa nada, di mil vueltas hasta caer dormido solo para soñarla, los recuerdos relacionados con su presencia se acumulaban pero siempre con su imagen alejada por ventanas, puertas y cortinas. Me introduje de lleno a mi tarea para acallar todo lo que me recordara a ella, pero no podía borrarme la sonrisa de la cara cada vez que lo hacia y verla se convirtió en necesidad.

Cualquier martes me acerqué demasiado a la ventana, siempre estaba sentada en algún sillón o paseando por la casa, de eso llegué a conocerla un poco, se mostraba alegre y atenta a los asuntos de su alrededor, tenía una mirada muy fina que deslumbraba por la inusual virtud de tener un ojo verde y otro azul, de repente saltó del sillón y se acercó a la ventana a velocidad tal que no pude reaccionar, la conversación que siguió fue mejor que ensayada, nos leíamos los labios mas que oírnos la voz, me contó de su vida y yo le expliqué lo poco que configuraba la mía. Visitarla se convirtió en mi nuevo trabajo, la calma el vecindario entero continuaba aunque la casa de puertas rojas ahora retumbada de ordenes nuevas que tenían que ver con mis visitas de ventana, quise que las tardes no acabaran pues llegué a pasar algunas sin parpadear ni musitar palabra solo viéndola, esta vez a los ojos, monopolizando su mirada que consideré adictiva.

Planeé el escape hasta encontrarlo perfecto. Me armé de valor y a la hora convenida con la luna en su cenit, toqué su ventana, abriendo primero su azulado ojo reconoció la señal y de un salto llegó a la puerta de su cuarto, me apresuré a ayudarla salir por una pequeña abertura entre las que daban hacia el patio, pero su delgada figura no tuvo problema en franquear ese obstáculo, corrimos hacia la oscuridad de un monte cercano y en un destapado rellano de pasto muy corto nos tiramos a contar estrellas, a contarnos nuestras vidas, a contarnos nuestros sueños, a sentir nuestro amor, a sentirnos juntos, a jugar con fuego. Desperté solo, juro que en algún punto la noche nos hizo caer exhaustos, corrí hasta la casa de puertas rojas y la busqué en todos los cuartos, pero entendí con el sonido de motor que se alejaba que se había ido. Solo por eso sigo mi tarea, velo por la seguridad de todos sin entender aun a que le temen, espero con ansia que regrese, mis amigos me consideran aún un vagabundo, pero tal vez sea en otra vida que nos veamos, no estoy muy seguro reencarnados en que… pues en esta ya somos gatos.