30.5.07

El padre de Andriy (Ultiam entrega!)

Nota: Leer las enregas anteriores (1.2.3), haz click en la etiqueta Fraccionadu, para encontrarlas mas fácil.
Zeljko me encontró llorando enrollado en el piso como un niño, me invitó a desayunar y no preguntó nada hasta entrada la mañana. Di pocas explicaciones, sobre haber estado secuestrado y no muerto, la celda inmunda donde estuve enclaustrado, etcétera, omitiendo, claro, detalles específicos de su ubicación, mis sospechas y de los planes que se iban arrumando en mi cabeza con cada mordida al pan duro que muy gentil Zeljko me había convidado. Luego de agradecer por un rato y permaneciendo sombrío y distante partí hacia la plaza central, en la iglesia me entrevisté con el párroco, que entre otras cosas por la amistad que tuvimos desde chicos no dejó de temblar asombrado de mi regreso… de mi regreso y con semejante relato. Le pedí el favor por el que vine – Toma éste… – dijo sin dudar, se quitó del cuello un pequeño crucifijo en plata y lo soltó en mi mano – asentí firme con la cabeza, me bendijo y me preparé para lo peor. El pueblo cuenta con tan solo 1 estancia, una tosca taberna atendida por una voluptuosa mesera, que asigna las 4 únicas habitaciones sin dueño en el pueblo a modo de hotel. La número 3, pensé, siempre me persigue… nada estaba muy claro hasta entonces, mi cabeza todavía no conectaba todos los cables, sólo esperaba que Gavranicic viniera por mi esa noche… ya me había encontrado una vez, tal vez tenia olfato de perro, no tardaría en dar conmigo de nuevo. Me desvelé por la ansiedad, el cuartucho, que sólo contaba con una vela y una mesita al lado izquierdo de la cama me fue consumiendo con cierta claustrofobia, en algún momento cercano a media noche los recuerdos comenzaron a golpearme, uno a uno, Nicolai, Andriy, imágenes del colegio en llamas, imaginé mi casa en llamas, ésta inmunda celda, el viento apagó la vela, en ese momento fue que sentí el pinchazo. Recogí mi brazo izquierdo por el dolor inmenso que me acogía, que me desgarraba por más que lo apretara contra mi cuerpo sin entender porque además me quemaba el pecho literalmente. Arranqué el crucifijo envolviéndolo en las sábanas y vi como una silueta se abalanzaba sobre mi desde la puerta, pude esquivarlo para mi sorpresa, levanté la mesita y la partí en su espalda, Gavranicic se incorporó con furia y continuó atacando, haciendo reclamos sobre su hijo, sobre como yo lo había matado, sobre como le había robado a su nuevo hijo y como había acabado de la misma manera con él. Los golpes hacia él fluían certeros, para mi sorpresa, ahora luchábamos en igualdad de condiciones, sin pensarlo levanté la cama de roble en la que supuestamente intenté dormir y la descargue en su cabeza destrozándola en centenares de astillas. Sin gritos, sin dolor, tan solo con tropiezos continuó el embate, caí al suelo consecuencia de un golpe con su codo, recogí una de las patas astilladas antes de incorporarme y con parsimonia viré hacia mi izquierda, para que Gavranicic siguiera de largo y con la fuerza del giro incrusté la pata de la cama en su espalda dejándolo caer de bruces en dirección contraria a la que yo me dirigía. En el piso, en silencio de la noche, comenzó a desvanecerse con el sonidito áspero con el que perdí a Nicolai esa mañana. Miré mi brazo, dos agujeros no muy profundos se acomodaban dibujando una mordida… la luna estaba llena, no tenía heridas a pesar de la vigorosa pelea, mi piel estaba de este pálido-verduzco y el contorno de mis orejas empezó a afilarse, entendí todo al no ver mi reflejo en el vidrio de la ventana.
Volví al castillo de Gavranicic antes del amanecer, porque era el único lugar donde podía huir de la luz del sol y vivir de manera digna, no se porqué me cuento esto, tal vez para no olvidarlo, desde la celda donde empezó todo, extrañando mi reflejo en los espejos, el amanecer desde la montaña, la risa de la gente cuando está despierta, el olor de las mañanas y el incandescente calor de medio día, me pudro viviendo en la casa del maldito que me quitó la vida… o peor aún, en la del vampiro a quien yo terminé quitándole todo en su desvida para hacerla mía.

13.5.07

El padre de Andriy (Tercera entrega)

Nota: Leer Primera y Segunda entrega, haz click en la etiqueta Fraccionadu, para encontrarlas mas fácil.
¡Nicolai! – dije sorprendido - ¿Papá estás bien?Ya he sentido hambre, sueño y frío antes – le respondí. Con un leve clic en la cerradura me preparé para correr. Tuvimos un segundo para un breve abrazo, pues si me cabeza no me engaña pasé casi un mes dentro de éste cuartucho inmundo, - Siento la demora – se disculpó Nicolai sin modular de ninguna manera su voz- hay demasiados calabozos en este castillo y sólo pude revisar unos cuantos por noche- Pasamos un comedor de 14 puestos con mantel vinotinto raido por las ratas y por el tiempo - ¿Castillo? – indagué, redujimos el paso con una señal que hizo con su mano- es una fortaleza, creo, por lo que entiendo es una montaña hueca donde el Señor Gavranicic construyó éste castillo – miró a su alrededor y como buscando respuesta entre los objetos antiguos y oxidados que en perfecto orden nos veían diminutos al final del pasillo afirmó – creo que si él lo hizo solo, tuvo que utilizar algún tipo de magia, o alguna otra cosa… ha sido muy amable conmigo igual, pero yo creo que está loco – llegamos a un lobby espléndido, iluminado por pocas velas, cada una muy alejada de la otra, cruzamos una puerta doble y tras cerrarla con cautela llegamos al exterior por otra muy pequeña y camuflada que nos dejó a merced de la noche. Reconocí la zona enseguida, estábamos a 5 minutos de la trocha que nos llevaría al pueblo- Donde todos deben creer que estamos muertos – puntualizó Nicolai luego que le dije mi plan- la noche en que el Señor Gavranicic vino por mí, mató a mamá y quemó la casa luego de salir conmigo de la mano – quedé en shock, un escalofrío me azotó de un latigazo toda la columna, sentí más de una lágrima formarse y como si prensaran mi alma dejándola tan arrugada como para desecharla como una carta vieja y dolorosa; Nicolai seguía inmutable, y continuó así en el resto del relato, sus palabras eran frias y noté un brillo extraño en sus ojos y en su piel.. sólo que reprimí cualquier conclusión hasta no estar a salvo - ¿y no vendrá tras nosotros?- pregunté- dura casi toda la noche velando a su esposa y a Andriy en uno de los cuartos, se dará cuenta de mi ausencia poco antes del amanecer- dijo, y no volvió a decir nada nunca más. Llegamos en el tiempo que estimé mas el tiempo que perdimos entre escondite y escondite y una que otra parada para descansar, la falta de comida, buena al menos, me tenía en un estado moribundo y sin energía alguna, el sol no se veía todavía en el horizonte cuando toqué en la puerta de Zeljko, el dueño de la casa que cerraba el pueblo, un viejo bondadoso y de manos curtidas por años de trabajar de matarife, tardó un buen rato en abrir – Parece que estuvieras viendo un fantasma- le dije al ver los ojos desorbitados que puso cuando abrió la puerta – necesito esconderme en el solar por unas horas , ¿me harías ese favor? - cortó el hielo con un abrazo nostálgico y nos invitó a seguir. Nos acomodamos con las cobijas que Zeljko amablemente nos prestó, para que durmiéramos en el cuarto de herramientas. Poco a poco comenzó a salir el sol… me despertó un sonido áspero, constante pero muy tenue, un susurro casi, vi a Nicolaí sentado de piernas cruzadas mirando concentrado hacia la ventana, vi como al tacto de la luz del sol se fue convirtiendo en polvo, vi que nisiquiera cambió la expresión de su cara mientras se demoronaba, lo vi desvanecerse hasta que no quedó ningún rastro de él en el cuarto de herramientas.

El padre de Andriy (Segunda Entrega)

Nota: leer primero, "El padre de Andriy (primera entrega)..y perdón por la demora

¿Qué?, pensé, el pánico me puso a temblar los tobillos- Seré breve señor Serhiy – continuó si quitarme la mirada de encima – ud me quitó algo y será muy difícil traerlo de vuelta, por lo que sería mas fácil si dejara de temblar y me entregara a su hijo. – hizo énfasis en las últimas palabras, las masticó de modo muy pulido, y las pronunció de tal manera que sentí que me estaba dando una orden – Lo siento Señor… como diga que se llame… - Gavranciceso, eso, pero es muy tarde, tarde en la noche como para aparecerse en mi puerta a hacerme reclamos… que esté muy bien. - Atajó con su mano derecha la puerta que yo intentaba cerrar en su cara, y asomó su faz verdusca y puntiaguda en el filo que seguía abierto. – No se desespere Señor Serhiy, le dije que sería breve – dejó de forcejear sobre la puerta y terminó diciendo – vendré por su hijo en la noche de mañana – El portazo, pues haló con fuerza desde afuera, dejó un leve sabor a madera en mi cara por el golpe que recibí. La ira me dejó sonso y decidí perseguirlo, cosa que hoy no me explico la razón, tal vez fue esa espina de pensamiento que se clavó en mí desde entonces, yo quise ayudar a Andriy, nunca tuve intenciones ni forma de matarlo. Faltaban pocos días para luna llena, aunque igual el monte entero se blandía con una hermosa luz plateada, avisté a Gavrancic a los pocos minutos y aceleré el paso. Zancadas largas pero llenas de sigilo porque el rifle en mi espalda sonaba como un posible delator. Pisé una rama corta que rodeada de silencio sonó de manera estruendosa, Gavranicic, que no estaba muy lejos, con un aire acompasado y sereno miró hacia donde yo estaba, ciego e inexpresivo me observó escudriñando el vacío sin verme y siguió su camino al no encontrar nada. En un momento se perdió tras un árbol de tronco muy ancho, me levanté dejando atrás un arbusto que tenía por escondite y acomodándome el rifle iba a comenzar a correr cuando algo me tiró del hombro, di media vuelta de modo muy brusco, sin control, se enredaron mis piernas, y mientras caía de espaldas sentí como su puño se incrustaba en mi cara. Me levanté con impulso para tumbarlo pero con parsimonia de torero me esquivó solo para darme otra estocada, peleé inútilmente, cada golpe que asestaba parecía divertirlo y no realmente hacerle ningún daño. Alcancé el rifle que había dejado caer en algún punto y al disparar sentí su mano estrangularme, su cuerpo ahora relleno de perdigones no se inmutó, me levantó con fuerza y me lanzó muy lejos de allí. Desperté en éste cuarto inmundo, sin ventanas ni ventilación alguna, extrañaba los olores familiares y la limpieza de cierta forma, algo de comida tal vez… volví a contarme esto desde aquí porque todavía no entiendo como sucedió todo. Hace una semana sentí a alguien en el pasillo, a una hora extraña, igual la comida aparecía con precisión escalofriante, pero sin ruido ni la presencia de nadie… algo aún más aterrador. La pequeña ventanilla en la puerta se abrió despacio… si Gavranicic hubiera asomado su verde cara le habría escupido, lo habría hecho sin pensarlo; pero no era él quien estaba al otro lado de la puerta.

5.5.07

Miedo a volar.

Sabe lo que le está pasando, lo que no está muy seguro es como y más importante aún ¿desde cuando? - ¿Se siente bien? – le pregunta la azafata con cara de angustia - Si, si… - responde muy sereno – solo que le tengo miedo a volar, nada que vaya a matarme ¿cierto? – Buscó respuesta revisando su recorrido, hacía pocas horas estaba descansando en su estudio, el teléfono, la puerta, el celular, los 3 llamaron al tiempo. Optó por el último – ¡MIGUEL! – dijo la voz al otro lado – ¡Sigues vivo Hijodeputa, Sigues Vivo! - pero que no te alegre tanto – replicó adormilado – ¡Sal de ahí! – jadeando por la ansiedad- Dejé mi carro en la cuadra del parque , tiene las llaves puestas – la voz se alejó un poco- no, no, ¿perdón?, nada, paseaba un poco …(_Clic_). La puerta sonó otra vez, un poco impaciente el último golpe, por su celular llamó al número que tenía anotado en la planta del pie marcándolo al revés, - ¿y estaba lloviendo? – contestó una voz inexpresiva - Sólo debo esperar a que vuelva el sol – respondió- ¿Miguel? – y antes que éste dijera siquiera una sílaba la voz puntualizó - lo siento, no podemos hacer nada al respecto (_Clic_) . La puerta de nuevo, salió acurrucándose por la ventana, calló al perro de la vecina, ya estaba en la calle… a correr. Sobre la calle del parque estaba el carro, Diego estaba adentro atravesado entre el puesto del conductor y el copiloto, con cara de hipo cortado, su corazón sin latir y cubierto de trocitos de vidrio de lo hasta hace poco fue el parabrisas. A correr, llegó al Hotel Imperial a menos de una cuadra, en el lobby preguntó por la cajuela 342 fingiendo calma – La vaciaron hace pocas horas- respondió el muy pulcro empleado con cierta parsimonia. Tomó un taxi a la entrada – Al aeropuerto por favor, lo más rápido que pueda… - pensó en la situación, era previsible claro, pero técnicamente no corría ningún peligro, al menos eso le habían dicho los hombres que fueron a visitarlo después de todo lo que ocurrió, por eso le dieron ese teléfono, pero ya había agotado ese tipo de ayuda, eran ellos, o otros, deseó nunca haber tomado esas fotos, no pudo evitarlo, estaba allí, tenía que hacerlo, era su deber, pero igual ninguno de los que estaban en ellas conocían que había sido él, ¡¿Cómo diablos lo encontraron?!. – Un tiquete para Caracas- una señorita sonriente de nariz fina terminó de arreglar el papeleo y le entregó el pasaje. Evitaba el contacto con cualquiera, ellos ya tenían esas fotos pero igual nada garantizaba que estuviera a salvo, salidas identificadas, nadie sospechoso, nadie lo seguía, requisa, chequeo, sala de espera… victoria.

Ya en zona segura se antojó de un café, se quitó su chaqueta empapada de sudor de tanto correr y pidió un latte. Al recibirlo tropezó con un señor viejo de ojos claros que estaba detrás en la fila, reguero de café, mil disculpas formales, servilletas, cierta rabia pero sin rencor - Le compro otro café - no, no se preocupe, tranquilo la culpa fue mía después de todo, asintió y el empleado le entregó otro latte sin demora - Mucha suerte Miguel – le dijo el viejo luego de terminar el primer sorbo - ¿Se siente bien? – volvió a preguntarle la azafata mientras retiraba la taza de café para poder asegurar la mesa- Ya se lo dije- su corazón se aceleró, sintió una gota de sudor en su sien y como su brazo izquierdo comenzaba a adormilarse – le tengo miedo a volar, nada que pueda matarme ¿no?.