18.5.09

Apenas son las 3

Estaba sentada frente a un Magritte, prefiero a Mondrian dijo apenas me senté a su lado, aquí sabes que no hay ninguno, respondí. Me miró, supongo que para inspeccionar lo que llevaba puesto o si me había cortado las uñas y sin decir nada volvió a concentrarse en el cuadro que tenía en frente. Las palabras se me enredaban, la lengua no respondía a mis comandos. Estás tenso, dijo rompiendo el silencio que inundaba el lugar, en verdad todo esto me pone nervioso, respondí con pena, siempre sincero, el peor de mis defectos, repliqué, pero uno que me encanta dijo con su sonrisa medio escondida. Vamos a un lugar donde podamos hablar, sugerí, dijo que las cosas aquí no hablaban, pero que también tenían vida, además estaban para que las contemplaran y no necesariamente para que nadie fuera dueño de ellas, como esto, afirmé, asintió sin pena ratificándolo. No entiendo algo, me reclamó, los dos estamos aquí, es posible, todo fluye y parece funcionar… ¿Por qué no?, el tiempo no es correcto le respondí buscando calma en el revuelo que todo me despertaba, ¡pero si apenas son las 3! dijo enfatizando con sus ojos. Ahí supe que lo había entendido mejor de lo que yo creía, me levanté para despedirme inclinándome un poco para darle un beso. Igual no va a suceder, sentenció susurrando, igual me esperan abajo, le recordé. La busqué en la exposición de Mondrian que trajeron unas semanas después. No eran las 3, ya no era un Magritte, ya van a cerrar y no estás aquí tampoco. No va a suceder, recordé, no va a suceder.