23.11.06

Para quejarse.. y que.

"Hoy tengo ganas de quejarme... que no se note"
-YO!


Por motivos que ni esta loca galaxia a querido aclarame... me encuentro cada dia en situaciones que me hacen quitar la mirada o simplemente respirar hondo, será esta pútrida ciudad tan bonita en su publicidad, tan ecléctica en sus gustos, tan apática en su ritmo, no se.

Como disonante siguiendo una rutina de cama, baño, desayuno, dientes, oficios organizativos, salida, ascensor, esquina, semáforo, calle... paradero, esperé cual quizquilloso empedernido aquel "Germania" * medio vacío, no tan viejo y con el suficiente recorrido como para devolverme habilmente cambio de un billete de $10.000, luego de 15 minutos apareció. Una silla casi no-raida con su respectivo ventanal me recibió... mi recorrido fué lo que se dominaría standard, hasta que aquel tipo subío. Esos personajes que al aparecer en nuestro escenario preferimos olvidar las lineas e improvisar un escape magistral, era bajo, de unas cuantas canas y un bigote mal cuidado, se sentó a mi izquierda y con su cara desgarradora comenzó a relatarme una historia que yo no quería oir.

Algo de los jóvense de hoy dia que no dan su asiento a las señoras embarazadas, o del mequetrefe aquel que decidía a cara y sello hasta de qeu lado de la calle andar, de lo inutil que es hoy el tiempo, de las noticias nunca cambianes pero aparentemente nuevas, etc. etc. Luego de una incomoda pausa y de una pregunta igualmente incómoda forjada entre sus dientes, que para ser sinceros no entendí muy bien clavó su mirada en mi como buscando respuesta. Me disgusté porsupuesto... pero en un click inconciente cedí, le relate de las mil historias quien sabe si ficticias qeu se suben a estos buses, de los mil discursos que quieren romper esquemas y ademas vienen siempre acompañados de un genero musical nuevo esperando todos ser algo mas de lo que ya está dicho, de las piedras en mi zapato, de las piedras en mi cabeza, de alguna vez haber sido agredido verbalmente por una hormiga y de aquel árbol en el jardín perdido que me susurró mientras yo estudiaba, etc...

Con un aire renovado y confusión en su ceño me reclamó - ¿y por qué? - abrí la boca queriendo responder, pero nada fluyó mas que aire enrarecido matutino, queria hacerlo lo confieso...pero todo fue mas fuerte. Timbré en mi parada y con una sonrisa dibujandose en mis labios encontré la respuesta, desde el anden me acerqué a la ventana donde mi personaje imaginario estaba y con decencia le dije "Porque hoy amanecí con ganas de quejarme.. y por favor, que no se note" .


*Bus Ejeccuctivo Bogotano cuyo recorrido termina en la Universida de los Andes luego de recorrer magistralmente entre gritos y sollozos la totalidad de la carrera séptima dejándome salvo y no tan sano en la Universidad Javeriana, 2. lease virtualemtne cualqeuri bus que pasa por la séptima en la hora relatada

6.11.06

El Tres ( 2 de 2 )

(...) Nos dio la bienvenida muy cordial, aseguró que nunca olvidaríamos La Celebración, pues la había diseñado con tanto esmero y por tantos años que un tatuaje se borraría mas rápido de nuestra piel que esta ocasión de nuestra memoria y tenía razón, aunque cada palabra era pronunciada con énfasis detallado, era evidente que lo recitaba de memoria. Aplaudió con gracia y el avejentado mayordomo nos trajo a todos un suculento banquete, manjares variados y en cantidades que inundaron la inmensa mesa de roble, por último vino tinto y el grito de batalla del Tres, que esperan, la comida se va a enfriar. Las conversaciones eran sectorizadas, ninguno de los presentes se veía desde hace décadas, por lo cual uno u otro encaraba infinidad de temas por los cuales preguntar, la comida finalmente logró agotarse y el inmenso tonel de vino continuó drenándose al mismo ritmo de la embriaguez y las risas. Con aire ceremonioso a esa hora cumbre en La Celebración cuando el vino no se hizo llegar mas a nuestras copas, El Tres se levantó de su silla con la suya aun llena… nadie lo notó hasta que comenzó a hablar, yo había evitado pararme para ocultar mi Tredecafobia y así evadir el destino del primero en levantarse de una mesa de ese número de comensales.

La confusión que me indujo la situación completa me hace olvidar las palabras exactas que dijo, pero entre lagunas inmortalicé algunos detalles. Comenzó agradeciéndonos una vez más la asistencia, la emoción y el miedo que le infringía que La Celebración llegara a su final y el sinsabor que le producía tener que explicarnos algunas cosas. – En los años que me he dedicado al Hedonismo – afirmó - solo había una instancia de mi existencia la cual una vez ocurrida yo no habría podido celebrar, ello me llevo a pensar la manera de luchar contra lo naturalmente establecido. – Aclaró su voz aún con la copa en alto y continuó – El tonel a mi espalda contiene… o mejor, contenía mi alma, la copa en mi mano está llena del último extracto del tonel. – Miré desesperado, buscando la explicación que no hallé en la sorpresa de todos a mi alrededor – Están presenciando mi muerte y además… Se ven ridículos vestidos de esa manera en un funeral – Vació la copa con una mueca de comedia teatral… que remató con la copa partiéndose en mil pedazos contra el piso. Aun recuerdo el miedo que nos invadió a todos, los gritos que siguieron y la locura que nos producía a todos oír la risita de El Tres retumbar dentro de nuestra cabeza como un circo de tres pistas.

El Tres (1 de 2)

"No es que tenga miedo de morirme. Es tan solo que no quiero estar allí cuando suceda"
-Woody Allen

En tiempos donde el papel escasea, me sorprendió mucho ver que deslizaban una parca invitación bajo mi puerta. Lujo ostentado por pocos estos días, mi sorpresa se agrandó al detallar en el pequeño rectángulo negro que ahora se posaba en mi mano, con sombría caligrafía plateada escrito “El Tres, lo invita a La Celebración, 9 de Agosto de 2083” una dirección a las afueras de la ciudad indicada por algún kilometraje hito y en la esquina inferior derecha “Traje; ConBata Negra R. S. V. P”. Excéntrico como siempre, quien sabe que se le ocurriría al Tres, cogí el teléfono y llamé al número indicado en la tarjetita, a la respuesta de una voz muy respetuosa y fina confirmé mi asistencia y pregunté por la equivocación ortográfica al querer significar que todos debíamos contar con traje de gala… para mi sorpresa la voz al otro lado de la línea me recalcó que la ocasión ameritaba asistir “Con Bata Negra”.

Una curiosidad infinita como de encontrarle usos insospechados a una navaja de bolsillo me acorraló, el Tres nunca fue muy callado, no recuerdo su nombre real, pues era de esos personajes que su apodo se convirtió en nombre y por los años de desuso ya ni su madre lo recordaba, aunque eso si, su insaciable sentido del humor e irreverencia absoluta al planear eventos le infringió cierto prestigio. Todo asunto que armara contaba con mil intrincados planes que convertían a cualquier reunión casual de chimenea en un circo de tres pistas, que andaría planeando el tal Tres. Me contacté con un viejo amigo de colegio, de quien yo tenía certeza había recibido también la extraña invitación, acordó pasar por mi a la víspera de La Celebración.

La noche del 9 desempolvé mis zapatos un poco raídos y me encinté la bata negra que había conseguido esa mañana en un mercado de las pulgas… animales que no escaseaban en ella, pero igual no podía aspirar a mas, salí de mi pequeño apartamento y ya camino al evento entré en una conversación casual de amigos que años de vivencias diferentes los distancian pero que encuentran puntos de quiebre comunes que llevaban siempre a preguntarnos una y otra vez que rayos se proponía el Tres. Un portón forjado inmenso nos recibió entreabierto, el descuido de los jardines que rodeaban la casa postrada en un pequeño cerro le daba a todo un aspecto sombrío, 4 carros más se parqueaban enfrente, solo la luz de una pequeña ventanita en la planta baja de la casa mostraba señales de vida y la puerta principal se encontraba abierta. A oscuras, nos esperaba el que yo supuse era el mayordomo, su bata era negra tan pulcra que podría asegurar reluciente. Sin dejarme detallar los lujos de la construcción victoriana, el callado mayordomo nos condujo a la cava. Una lamparita de aceite señalaba el final del camino y sentí un aire enrarecido que indicaba cuan mal debía parecerme estaba esta situación, hoy intento recordarlo asi. En el interior, una mesa pesada con 13 puestos y 9 comensales esperaban a media luz. Ya en nuestro lugar, un portazo, pasos, polvo por doquier, un súbito movimiento en la cabeza de la mesa y allí estaba, El Tres.