2.10.06

Una Ella-Pez

"desinat in piscem mulier formosa superne;
spectatum admissi, risum teneatis, amici"
-Horacio

Bajo la aplastante inmensidad de las dunas del Sahara, como olas inmensas que se mueven lentamente arrastradas por el viento, Fáris Keled guiaba su caravana a través de lo que muchos consideraban infranqueable. Tenían provisiones de sobra y 1 semana de retraso, habían perdido 3 camellos y a 2 de sus hombres, los animales por un agujero enorme que se abrió en la arena devorándolos con un apetito voraz, los otros 2, en una pelea borrachos en cualquier antro de su última parada. Sus hombres eran fieles, nunca cuestionaban sus decisiones, sabían que él, con su pesada barba y mirada sagaz los llevaría al destino establecido, los beduinos se guiaban por su olfato y el de Fáris Keled era el mejor conocido.

Con el sol en su punto mas alto y su sombra reducida al llegar al pico de una duna vieron un bulto sobre la arena a media legua de donde estaban, oyeron un grito, vieron que se movía, otro grito más, esta vez mas agudo e insoportable, el miedo los contuvo, Abdel Hadi, el mas leal de los hombres montó un camello y se apresuró al sitio, vieron como al llegar el camello se volvió loco y en coro con Abdel comenzaron a gritar también, al acercarse pudieron detallar la cara de horror del hombre y aquello que lo ocasionaba. Sobre la arena estaba una mujer, o algo que parecía una mujer, estaba totalmente cubierta de escamas naranjas del tamaño de la mano de un niño, del torso para abajo era solo una cola de pez gigante con espinas y membranas que la adornaban, su sinuosa figura era irremediablemente femenina pero sus facciones eran como las de un reptil de orejas puntiagudas aunque conservaba ese aire sutil que la hacia bella sin importar las agallas en su cuello, respiraba con dificultad y se movía de manera convulsiva, los observaba horrorizada cos sufridos y punzantes gritos que no cesaban. Fáris, con valentía atrapó su mirada, su imponente presencia la calmó un poco, él había oído historias de criaturas parecidas en el mar, ella estaba ahogando, ahogando pero no había agua a menos de 6 días de camino, ordenó sacrificar uno de los camellos, estos conservaban agua como tanques en sus jorobas, de ahí que nunca tuvieran sed. Se hizo lo pedido pero para su asombro solo sagre fluía del bulto en la espalda del animal, igualmente con esta cubrieron a la extraña criatura con calmándola del todo, los hombres reacomodaron las cargas y listos para partir se sorprendieron de ver a su líder cargar a la mujer y atarla cerca de cierta mercancía sin descruzar su mirada con la de ella, no sabían si por un aire morboso o netamente lucrativo.

Desde ahí, este no pronunció palabra, su vista perdida en el horizonte no les decía nada, todos lo seguían confiando aun en su instinto pero desconociendo su destino, franqueando una nueva tormenta de repente la arena que pisaban se corrió con un rugir furioso levantándose, bloqueándoles el paso formando una ladera empinada, en su punto esta se cortaba recta como un risco y contiguo a su filo centenares de palmeras se erguían, formando un atolón protegiendo un lago de agua cristalina repleta de peces del tamaño no inferior al de los camellos, la masa de agua estaba bordeada de flores exóticas que circundaban igualmente un camino que se volvía escaleras y terminaba justo a los pies de Fáris Keleb en lo alto del risco. En sus brazos la cargaba inconsciente, aun con la mirada perdida les anunció que bajaría a dejarla, su voz entre cortada, con un tono alienígena, sobre la orilla del atolón dejó entonces al hermoso pez-mujer que se quitó la sangre seca del viaje y con sus ojos enormes se despidió. Retomaron rumbo con el oasis a sus espaldas que con un nuevo rugir de la tierra comenzó a desvanecerse y los cubrió con una tormenta peor a cualquiera anterior, el rugir se convirtió en voz, la voz en canto que recordaron a Abdel historias de siete mares, se sintieron desorientados en la tormenta que nunca terminó. Fáris Keleb murió primero, había perdido su cordura poco antes de ordenar matar aquel camello, uno a uno los hombres encallaron dentro de sus mentes, se perdieron en la aplastante inmensidad de las dunas del Sahara, en sus olas inmensas que se mueven lentamente arrastradas por el viento.

1 comentario:

PakikoP dijo...

adquirio unos tonos bastante interesantes la historia, envolvente, apasionante y desconcertada.

Todos estaban locos por seguirlo antes o despues de encontrar a la mujer-pez? no sabemos
El oasis, existio o fue una ilusión mas? no sabemos.

Me fascino, exquisito