2.9.06

En otra vida

En la última ronda que hice me quedé dormido, nunca entenderé algo, si me pagan para sentirse seguros…. ¿a qué le temen tanto? Desde que llegué a trabajar con ellos nunca he visto un intruso, nunca se ha roto la calma. La noche se iluminó por las estrellas y me despertó el motor del carro de la casa de puertas rojas, era una hora extraña pero tenía que mostrarme alerta. Bajó la familia entera, a la cabeza un Señor alto y elegante, de esos tipos que siempre llevan limpios sus zapatos, a su lado iba ella, caminaba adormilada con cierta gracia, su pelo de un agudo color oscuro haciéndola ver infinitamente delgada.

Por unos días la seguí desde afuera, en los descansos entre rondas e incluso durante estas asignándome la misión de protegerla. Pero su papá, al parecer, era sobre protector, nunca la vi fuera de la casa y siempre oí que su padre vociferaba órdenes para el bienestar de su chiquita. Pasé las noches en vela buscando la forma de acceder a ella, mis amigos me han asignado fama de vagabundo pero mi instinto sobre ella era de un sabor diferente, pero ¿Cómo acercarme sin faltar a mi tarea? Bha!, igual aquí nunca pasa nada, di mil vueltas hasta caer dormido solo para soñarla, los recuerdos relacionados con su presencia se acumulaban pero siempre con su imagen alejada por ventanas, puertas y cortinas. Me introduje de lleno a mi tarea para acallar todo lo que me recordara a ella, pero no podía borrarme la sonrisa de la cara cada vez que lo hacia y verla se convirtió en necesidad.

Cualquier martes me acerqué demasiado a la ventana, siempre estaba sentada en algún sillón o paseando por la casa, de eso llegué a conocerla un poco, se mostraba alegre y atenta a los asuntos de su alrededor, tenía una mirada muy fina que deslumbraba por la inusual virtud de tener un ojo verde y otro azul, de repente saltó del sillón y se acercó a la ventana a velocidad tal que no pude reaccionar, la conversación que siguió fue mejor que ensayada, nos leíamos los labios mas que oírnos la voz, me contó de su vida y yo le expliqué lo poco que configuraba la mía. Visitarla se convirtió en mi nuevo trabajo, la calma el vecindario entero continuaba aunque la casa de puertas rojas ahora retumbada de ordenes nuevas que tenían que ver con mis visitas de ventana, quise que las tardes no acabaran pues llegué a pasar algunas sin parpadear ni musitar palabra solo viéndola, esta vez a los ojos, monopolizando su mirada que consideré adictiva.

Planeé el escape hasta encontrarlo perfecto. Me armé de valor y a la hora convenida con la luna en su cenit, toqué su ventana, abriendo primero su azulado ojo reconoció la señal y de un salto llegó a la puerta de su cuarto, me apresuré a ayudarla salir por una pequeña abertura entre las que daban hacia el patio, pero su delgada figura no tuvo problema en franquear ese obstáculo, corrimos hacia la oscuridad de un monte cercano y en un destapado rellano de pasto muy corto nos tiramos a contar estrellas, a contarnos nuestras vidas, a contarnos nuestros sueños, a sentir nuestro amor, a sentirnos juntos, a jugar con fuego. Desperté solo, juro que en algún punto la noche nos hizo caer exhaustos, corrí hasta la casa de puertas rojas y la busqué en todos los cuartos, pero entendí con el sonido de motor que se alejaba que se había ido. Solo por eso sigo mi tarea, velo por la seguridad de todos sin entender aun a que le temen, espero con ansia que regrese, mis amigos me consideran aún un vagabundo, pero tal vez sea en otra vida que nos veamos, no estoy muy seguro reencarnados en que… pues en esta ya somos gatos.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Esta vez soy yo quien agradece por dejarme deleitar con la buena produción de la cultura escrita.

Es tal vez la parodia de aquellas vidas que nos recuerda que la relacion de algunos instantes es equivalente a una rotación inevitable de el tiempo y la historia, llevandonos a un punto en comun o quien sabe al mismo punto inicial, dando a entender que el final es el principio o el inicio es el final, cuales quiera que sea las razones de los sujetos involucrados."

Anónimo dijo...

No había leído esta historia antes. Muy buena. Estoy cayendo de nuevo a la adicción de leerlo