3.10.06
El padre de Andriy. (Primera Entrega)
Lo que mas añoro es el color del cielo cuando apenas ha nacido el dia, mi cabaña, incrustada en la montaña, gozaba de un horizonte fabuloso de arreboles que jugaban formando figuras de animales. Nicolai era muy pequeño en ese tiempo, apenas sabia leer y sus rodillas eran eternos testigos de su desenfrenada manera de brincar sobre las ramas de los árboles. Lo despertaba muy temprano para que con su bicicleta asistiera a clase luego de media hora de intenso pedaleo, su rutina concluía cuando a la puerta de ese galpón con tablero yo parqueaba muy puntual mi vieja camioneta de estacas, subía su bicicleta al lado de cualqueir bulto de cebolla o tomate que faltara por entregar y nos dirigíamos al pueblo para acabar mi labor, y luego a casa ya ansiosos de ver la comida servida cuando entráramos triunfantes. Cuando todo sucedió el día comenzó triste, bandadas de cuervos revolotearon en mi horizonte, levanté tarde a Nicolai, que se fue sin desayunar del todo. Con pesados y cargadas nubes amenazándome arranqué puntual a la escuela para cumplir esa tarde, poco antes de llegar divisé como aquel galpón con tablero ardía en llamas que bailaban esparciéndose a los árboles contiguos. Los niños corrían asustados dando gritos, solo había confusión, se veían solo sus sombras correr desesperadas, calmé una profesora y comenzamos a montar a los niños uno a uno a la camioneta. Encontré a Nicolai llorando al lado de su bicicleta con las llantas derretidas. Cuando creí que todos estarían a salvo un pequeño muchacho asustado quedaba a pocos metros de donde yo estaba. Lo alcé para montarlo a la camioneta pero con un grito, giró contorsionándose como serpiente y se soltó. “¡Andriy!” le grito Nicolai “¡No iré!” respondió con su pálida figura y decidida actitud “tengo prohibido subir a ese tipo de máquinas” Al reclamo de mi hijo se sumaron los de otros niños y de la mano de su profesora accedió. Me alejé hábilmente mientras empezaba a llover, en la plaza del pueblo, con la noche ya encima nuestro, ya estaban reunido algunos padres a los que entregué la escandalosa carga que transportaba, entre lágrimas y sollozos cada madre buscó su hijo, todos se habían salvado sin algo mas que rasguños menores. En la parte de atrás de la camioneta seguía Nicolai, con su expresión borrada ahogando un grito, a su lado Andriy yacía inconciente. Antes de llegar a la casa del doctor ya estaba muerto, nadie había ido a reclamarlo, y nadie conocía al niño más que sus compañeros. En casa me esperaba una cena suculenta que dejé por falta de apetito, el viento de media noche hacía silbar las ventanas y las tejas, oí que llamaban a la puerta, armado de una vela todavía con sueño entreabrí para mirar quien era, una figura sombría al otro lado terminó de abrir y extendiendo su mano declaró con una voz de barítono y nicotina “Un gusto Señor Serhiy” con su aspecto de Mr Hyde, gran corpulencia y palidez verdusca continúo “Soy Milos Gavrancic, padre del niño que usted mató hace unas horas.”
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1 comentario:
Encontramos al asesino o nos subimos a la maquina? De que lado nos encontramos cuando no cabemos en la camioneta?
Tengo tantas preguntas, que me respondo como Sócrates! Muy chimbita!!
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