Es un cuento viejo, una reversión, para que encajara en la estructura de cuento infantil,
para los qeu ya lo conocían espero que haya mejorado, para los otros pocos
(porque los qeu leen esto son mas bien pocos), espero que les guste
– Papá –
– mmmahhzzzz –
– ¡Papá, Papá! – repitió Eloísa moviéndole un hombro – Hay un Dragón en mi cuarto.
Papá se despertó en un salto, fue al cuarto de Eloísa y trató de oír desde la puerta qué sucedía ahí dentro… sintió un gruñido decidido, como de un león.
Corrió escaleras abajo para buscar el arma apropiada contra la criatura.
– Con un matamoscas – pensó.
– Sus alas son muy grandes – le dijo la niña al entrar a la cocina
– ¿Una trampa para ratones? –
– ¡Sus patas son Eeeenormes! –
– ¡Ya se! – dijo convencido – ¡una escoba! –
– No es un perro, papá – Eloísa respondió dudosa
– No importa… funcionará –
Subió empuñando la escoba. Frente a la puerta respiró hondo, se armó de valor y entro al cuarto gritando.
Adentro, un gigantesco Dragón naranja, con forma de serpiente marina, garras fuertes y alas extendidas lo estaba esperando. Rugió mostrando sus colmillos al ver a papá entrar blandiendo, como un loco, la escoba de lado a lado.
Esquivó un coletazo del Dragón y logró abrir de un golpe la ventana del cuarto.
Antes de que la rabia provocara que el Dragón escupiera fuego, papá se zambulló debajo de la cama, para protegerse.
Eloísa cerró la puerta gritando, para evitar que el monstruo se saliera. El animal se aventó contra la entrada, las paredes, las repisas, desordenando todo a su paso.
Por último, el monstruo tomó impulso y voló a través de la ventana, dejando atrás el cuarto destrozado.
Papá se incorporó, para sacudirse el polvo, mientras Eloísa entro corriendo agitada.
– Listo – susurró papá tratando de calmarla – ya se fue… ya pasó.
– Peppp-peppp-pero – tartamudió mirando el libro de cuentos que llevaba en sus manos
– ¿A dónde se fueron el resto de Monstruos? – dijo Eloísa pasando las páginas en blanco.
Se agacharon tan rápido como pudieron, con miedo.
Sólo había un lugar de la habitación donde algo grande podía esconderse, pensó papá. Dentro del armario profundo, oscuro y sin puerta, que servía de vestidor en la esquina apartada del cuarto. Se acercaron gateando, sin hacer ruido.
(Prendieron la luz y junto con los monstruos gritaron del susto)
Papá levantó la escoba listo para atacar, pero Eloísa se interpuso con los brazos extendidos
– ¿Se pueden quedar? – preguntó con una sonrisa enorme.
(Los monstruos sonrieron detrás de ella pidiendo aprobación.)
El resto es cosa de juegos y risas; sin Dragones, claro.
– Papá, ¿Nos dejas en el parque? –
–Pero paso por todos a las 6 –
para los qeu ya lo conocían espero que haya mejorado, para los otros pocos
(porque los qeu leen esto son mas bien pocos), espero que les guste
– Papá –
– mmmahhzzzz –
– ¡Papá, Papá! – repitió Eloísa moviéndole un hombro – Hay un Dragón en mi cuarto.
Papá se despertó en un salto, fue al cuarto de Eloísa y trató de oír desde la puerta qué sucedía ahí dentro… sintió un gruñido decidido, como de un león.
Corrió escaleras abajo para buscar el arma apropiada contra la criatura.
– Con un matamoscas – pensó.
– Sus alas son muy grandes – le dijo la niña al entrar a la cocina
– ¿Una trampa para ratones? –
– ¡Sus patas son Eeeenormes! –
– ¡Ya se! – dijo convencido – ¡una escoba! –
– No es un perro, papá – Eloísa respondió dudosa
– No importa… funcionará –
Subió empuñando la escoba. Frente a la puerta respiró hondo, se armó de valor y entro al cuarto gritando.
Adentro, un gigantesco Dragón naranja, con forma de serpiente marina, garras fuertes y alas extendidas lo estaba esperando. Rugió mostrando sus colmillos al ver a papá entrar blandiendo, como un loco, la escoba de lado a lado.
Esquivó un coletazo del Dragón y logró abrir de un golpe la ventana del cuarto.
Antes de que la rabia provocara que el Dragón escupiera fuego, papá se zambulló debajo de la cama, para protegerse.
Eloísa cerró la puerta gritando, para evitar que el monstruo se saliera. El animal se aventó contra la entrada, las paredes, las repisas, desordenando todo a su paso.
Por último, el monstruo tomó impulso y voló a través de la ventana, dejando atrás el cuarto destrozado.
Papá se incorporó, para sacudirse el polvo, mientras Eloísa entro corriendo agitada.
– Listo – susurró papá tratando de calmarla – ya se fue… ya pasó.
– Peppp-peppp-pero – tartamudió mirando el libro de cuentos que llevaba en sus manos
– ¿A dónde se fueron el resto de Monstruos? – dijo Eloísa pasando las páginas en blanco.
Se agacharon tan rápido como pudieron, con miedo.
Sólo había un lugar de la habitación donde algo grande podía esconderse, pensó papá. Dentro del armario profundo, oscuro y sin puerta, que servía de vestidor en la esquina apartada del cuarto. Se acercaron gateando, sin hacer ruido.
(Prendieron la luz y junto con los monstruos gritaron del susto)
Papá levantó la escoba listo para atacar, pero Eloísa se interpuso con los brazos extendidos
– ¿Se pueden quedar? – preguntó con una sonrisa enorme.
(Los monstruos sonrieron detrás de ella pidiendo aprobación.)
El resto es cosa de juegos y risas; sin Dragones, claro.
– Papá, ¿Nos dejas en el parque? –
–Pero paso por todos a las 6 –
FIN
2 comentarios:
es bastante bueno
jejej q historia tan chevere un abrazo lo espero en latilda
Publicar un comentario