5.5.07

Miedo a volar.

Sabe lo que le está pasando, lo que no está muy seguro es como y más importante aún ¿desde cuando? - ¿Se siente bien? – le pregunta la azafata con cara de angustia - Si, si… - responde muy sereno – solo que le tengo miedo a volar, nada que vaya a matarme ¿cierto? – Buscó respuesta revisando su recorrido, hacía pocas horas estaba descansando en su estudio, el teléfono, la puerta, el celular, los 3 llamaron al tiempo. Optó por el último – ¡MIGUEL! – dijo la voz al otro lado – ¡Sigues vivo Hijodeputa, Sigues Vivo! - pero que no te alegre tanto – replicó adormilado – ¡Sal de ahí! – jadeando por la ansiedad- Dejé mi carro en la cuadra del parque , tiene las llaves puestas – la voz se alejó un poco- no, no, ¿perdón?, nada, paseaba un poco …(_Clic_). La puerta sonó otra vez, un poco impaciente el último golpe, por su celular llamó al número que tenía anotado en la planta del pie marcándolo al revés, - ¿y estaba lloviendo? – contestó una voz inexpresiva - Sólo debo esperar a que vuelva el sol – respondió- ¿Miguel? – y antes que éste dijera siquiera una sílaba la voz puntualizó - lo siento, no podemos hacer nada al respecto (_Clic_) . La puerta de nuevo, salió acurrucándose por la ventana, calló al perro de la vecina, ya estaba en la calle… a correr. Sobre la calle del parque estaba el carro, Diego estaba adentro atravesado entre el puesto del conductor y el copiloto, con cara de hipo cortado, su corazón sin latir y cubierto de trocitos de vidrio de lo hasta hace poco fue el parabrisas. A correr, llegó al Hotel Imperial a menos de una cuadra, en el lobby preguntó por la cajuela 342 fingiendo calma – La vaciaron hace pocas horas- respondió el muy pulcro empleado con cierta parsimonia. Tomó un taxi a la entrada – Al aeropuerto por favor, lo más rápido que pueda… - pensó en la situación, era previsible claro, pero técnicamente no corría ningún peligro, al menos eso le habían dicho los hombres que fueron a visitarlo después de todo lo que ocurrió, por eso le dieron ese teléfono, pero ya había agotado ese tipo de ayuda, eran ellos, o otros, deseó nunca haber tomado esas fotos, no pudo evitarlo, estaba allí, tenía que hacerlo, era su deber, pero igual ninguno de los que estaban en ellas conocían que había sido él, ¡¿Cómo diablos lo encontraron?!. – Un tiquete para Caracas- una señorita sonriente de nariz fina terminó de arreglar el papeleo y le entregó el pasaje. Evitaba el contacto con cualquiera, ellos ya tenían esas fotos pero igual nada garantizaba que estuviera a salvo, salidas identificadas, nadie sospechoso, nadie lo seguía, requisa, chequeo, sala de espera… victoria.

Ya en zona segura se antojó de un café, se quitó su chaqueta empapada de sudor de tanto correr y pidió un latte. Al recibirlo tropezó con un señor viejo de ojos claros que estaba detrás en la fila, reguero de café, mil disculpas formales, servilletas, cierta rabia pero sin rencor - Le compro otro café - no, no se preocupe, tranquilo la culpa fue mía después de todo, asintió y el empleado le entregó otro latte sin demora - Mucha suerte Miguel – le dijo el viejo luego de terminar el primer sorbo - ¿Se siente bien? – volvió a preguntarle la azafata mientras retiraba la taza de café para poder asegurar la mesa- Ya se lo dije- su corazón se aceleró, sintió una gota de sudor en su sien y como su brazo izquierdo comenzaba a adormilarse – le tengo miedo a volar, nada que pueda matarme ¿no?.

3 comentarios:

nico dijo...

Paila, que rabo porque el tipo ya habia pasado por las mas duras.. fijo el cucho de ojos claros se monto en el mismo avión..

Id dijo...

Abstracto e impreciso...
Sientes como si corrieras detrás de él...
O depronto que lo esperas y él no lo sabe...

Anónimo dijo...

Soi la misma que escribió en alicia, pero a diferencia este si me gusto.......un besito, alicia